Hace muchos años escribí sobre la tristeza y también sobre la alegría y las dos se entrelazaban , la una por exceso y la otra por defecto. Al final las dos eran casi la misma cosa y ahí siguen como siempre. Ser feliz no te quita la tristeza porque lo que ha nacido contigo no se va como si no hubiera pasado nada en tu vida y todo fuera de colores.
La tristeza es como una droga, que te alimenta y te mata a partes iguales y al final acabas encontrando paz en ella, y seguridad también. Es más seguro estar triste. La alegría es engañosa y traicionera.
Cuando me río. cuando soy feliz, cuando las personas que quiero me quieren se me sale la alegría por todos los poros y parece que me siento completa, pero luego hay un punto en el que mi tristeza se enfada y me grita ¿pero tú de qué vas? Esto no es así, que aquí estoy yo que te he acompañado toda la vida y ahora me cambias por ésta.
Y no, no puedo cambiarla. Sigo escribiendo cosas tristes, sigo escuchando canciones tristes y sigo fiel a ella.
Pero quiero, en el fondo quiero. Lo malo de esto es que la tristeza y la alegría son muy amigas del miedo y ese si que no hay forma de desterrarlo, siempre va a estar ahí,
Y da mucho más miedo perder la alegría. La guardaré para momentos muy especiales no vaya a ser que se gaste del todo y me quede sin ella
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