lunes, 20 de diciembre de 2010

Las pequeñas cosas que me importan

Hoy se ha terminado mi contrato de trabajo. Volveré en enero. Ha sido una campaña corta, pero me ha dado muchas cosas, no solo algo de dinero.
Cuando haces bien un trabajo y te lo valoran, cuando te sientes integrada en un grupo, cuando tu jefa te da un beso y te abraza, te sientes feliz. La autoestima sube enteros, el alma se ensancha y la sonrisa que faltaba en tu vida vuelve. ha sido una buena experiencia y me alegra haber entrado en una empresa humana, donde no eres un número. Aunque el trabajo sea discontíuno no importa, sé que volveré y por eso no estoy triste.
Pero en este trabajo me ha pasado otra cosa, algo pequeño, sin sentido, sin explicación. Tengo, bueno tenía, un compañero con el que he tratado muy poco, algún cigarrito en la terraza, un par de bromas y poco más. El otro día me dijo que le gustaba mi forma de ser y yo no supe que decir, pero creo que engordé tres o cuatro kilos (de satisfacción solo, eh). Hoy cuando me he despedio de él, me ha dado un abrazo tan profundo, tan real, tan auténtico que me he estremecido como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Y no, no es nada de lo que estais pensando. Es otra cosa, es algo especial, algo que no tiene nombre. Es una cosa pequeña, sin sentido, sin nada de nada.
Jose, me alegro mucho de haberte conocido, aunque prácticamente no te conozco, pero me has hecho feliz.

jueves, 4 de noviembre de 2010

En espera

¿A qué espero? Espero a que todo cambie, espero que me salgan alas, imaginarias claro, y empezar a volar. Volar de aquí.
Espero que la vida no se me haga cuesta arriba, que los días no sean eternos, que se me alivie un poco la pena. Espero que haya un milagro, que suene el teléfono, que alguien me mande un correo. Espero no tener que volver a llorar, que nadie muera por un cuchillo, que las mujeres se defiendan, que los hombres dejen de matar, que el mundo se vuelva cuerdo. Espero un día de lluvia tranquila sin viento, que mis hijas sean felices. Espero no morir en el intento de vivir un poco, espero no querer morirme cada día, espero poder escribir lo que siento. Espero ser dura para superar este tiempo tan duro.
Espero porque no puedo hacer otra cosa más que esperar. Lo que está en mi mano ya lo he hecho.
Espero. Espero no cansarme de esperar.

martes, 2 de noviembre de 2010

Hoy

Hoy he decido que ya está bien. Que ya es suficiente. No se puede vivir en una cárcel y quiero ser libre.
Hoy empieza una nueva vida más solitaria pero más llena, de alegría y de tranquilidad.
Amigos, he vuelto con el alma descosida pero no rota, y aprenderé a coser si hace falta y procuraré que el zurzido parezca un bordado.
He estado muerta, pero voy resucitando, me falta mucho aun, pero hay que empezar por el principio, tomar decisiones, fingir felicidad y amarrar fuerte las cosas buenas para que no se escapen. Y sobre todo me tengo a mí, que no me tenía.
Aquí me teneis vosotros, todos,y a los que de algún modo me quereis, espero que os alegre la noticia.

domingo, 8 de agosto de 2010

Me dejo el alma

Me voy dejando el alma en cada rincón. Sin quererlo, sin ser consciente de ello. Poco a poco noto como se deshilacha algo que antes tenía bien cosido a mí. Un desgarrón por aquí, un descosido por allá.. Y no encuentro hilo que aguante, ni aguja que no se rompa.
He empezado con el alma, detrás irá el corazón. Yo soy mala costurera, los remiendos no son lo mío. Los que me he hecho, que son infinitos, no aguantan ni un poquito ya los envites de la desesperanza.

martes, 23 de marzo de 2010

MI ABUELO

Creo que más que un recuerdo es una sensación. El sol recién amanecido del verano iluminando el campo que rodeaba la casa de mis abuelos. Yo me levantaba muy temprano para ir con mi abuelo a coger los conejos que habían caído en los cepos por la noche. Me gustaba ir con él. A las seis de la mañana aun hacía fresco y salíamos los dos cogidos de la mano. Cojeaba apoyado en su bastón, con aquellas botas negras, una más alta que la otra, porque mi abuelo tuvo la polio de pequeño y tenía la pierna izquierda mucho más corta y delgada que la derecha. A veces correteaba delante de él mientras el cuidaba de que no me cayera. Eren días dulces de la niñez. La sensación del tomillo, que yo desmenuzaba entre los dedos para que me quedara el olor, las jaras pringosas, que te manchaban la ropa, las genistas amarillas y los cardos que te arañaban las pantorrillas. Nunca he vuelto a sentir aquella libertad, aquella paz interior. Ni el mar, ni las montañas, ni los grandes ríos. Ningún paisaje del mundo por muy hermoso que sea ha logrado trasmitirme nada igual. Ninguna mano ha sido tan protectora, ningún cariño tan auténtico.Hay tantos recuerdos, tanto amor. Él era el campo, el hombre sencillo, el heroe tullido que salvó mi niñez. Se llamaba Virgilio y ahora hace treinta años que murió.Yo he heredado su sordera, su mal genio y su generosidad.

Te quiero Abuelo, Cuida de mí.

lunes, 1 de febrero de 2010

Sin sueño

Son las dos de la madrugada y aquí estoy, sin sueño. La soledad te deja rota cuando ves partir a tus hijos que han venido a verte. No sabes donde ponerte, ni que hacer. ¡Voy a ver esa peli que tenía olvidada! Y de pronto se apaga la televisión y se te queda cara de idiota preguntándote por qué.
Bueno y que importa la tele. Voy a escribir un rato, tengo mil ejercicios que hacer y no me sale nada. El bloqueo, maldito seas.
A veces me pregunto por qué me empeño en escribir. Yo no tengo imaginación. Todo lo que cuento son cosas de mi vida. Las falseo y quedan como historias, relatos cortos que sólo tienen que ver conmigo y que quizás no le interesen a nadie más. Me parece que me hago autoterapia, que saco mis demonios a pasear intentando que tengan un velo de literatura, que por lo menos por ahora aún me parece barata.. Qué triste.
Pero así son las cosas y cada uno es como es. Yo no sé escribir sobre duendecillos que salen de setas como Quim Monzó y mi profesora parece querer decirnos que es un ejemplo de cómo se escribe relato corto. Y es verdad, que más quisiera yo.
Bueno intentaré no ser tan dramática, usar mucho el recurso de las metáforas y tratar de escribir sobre cosas que no siento. Supongo que el resultado será catastrófico. Peor incluso que ahora.
Algún día dejaré algún relato por aquí, a ver si alguien me dice algo. Y me anima o me hunde en la miseria para siempre. Me voy a dormir. Espero.